lunes, 7 de enero de 2013

Journey of Saga - Parte Final


¿Queréis saber dónde acaba todo esto?

Acaba en un establecimiento de comida rápida verde lima, llamado Let’s Yoghurt. Aquel sitio, era un sitio de mierda para acabar con todo aquello. Situémonos: estás sentado en un taburete, mientras te da en la cara una luz tan fuerte como la de un interrogatorio, empiezas a oler a azúcar y has quedado con tu segunda novia favorita. Está entretenida con su móvil, y tú te preguntas qué habrá debajo de su ropa.

Ahora miradme, tirado en un rincón, solo, metiendo un poco de vodka en uno de los pocos yogurts que podía permitirme. Durante los últimos días había parecido un boticario triste, mezclado con un enfermo de lengua correosa y peste dental, en busca de cura. El yogurt es la comida para aquellos que han abandonado todo, ¿verdad? Y yo sólo había renunciado a esta aventura.

Me quedé mirando la piscina de vodka que inundaba el yogurt, creando una pequeña isla. La oculté con la cuchara. Pensaba en mi padre.

Él era un aventurero de verdad, ¿sabéis? No como yo. Pasó su vida volando en globos aerostáticos, descubriendo nuevas especies, y seduciendo frágiles y atractivas mujeres. Mujeres que ahuyentaban a pseudo-viudas y demás.

La mejor historia que contaba iba de un vuelo que hizo en globo aerostático cruzando África. Pues veréis, la única forma de ajustar correctamente la distancia del suelo cuando vas en globo (algo que tienes que hacer cada vez que aterrizas) es tirar arena de las bolsas que van atadas a la cesta donde va el pasajero. Un puñado entero de arena puede marcar la diferencia para conseguir una velocidad ideal. Tirar dos puñados era guardado para ocasiones desesperadas.

En una ocasión mi padre y su tripulación fallaron en sus cálculos. Tiraron demasiada arena, y acabaron no sólo frenándose, si no subiendo de nuevo hacia arriba. Cuando cerraron el calor del globo para bajar y realizar un aterrizaje, se encontraron cayendo como piedras. Rápidamente tiraron la poca arena que les quedaba, pero no bastó para frenar la caída. ¿Y qué pasó, con esos locos bastardos que escogieron volar por los cielos con una cesta atada a una bolsa de gas? Simple. Empezaron a tirar sus pertenencias por la borda.

Los zapatos, lo primero. Libretas. Bolígrafos, sombreros, mapas, cartas, todo aquello sin importancia era tirado al vacío, pero seguían y seguían cayendo.

Sin pensárselo dos veces mi padre tiró sus binoculares, y el fotógrafo su valiosa cámara y todos sus lentes, y todos los hombres de a bordo los imitaron y rápidamente tiraron sus relojes. En aquel lugar, los objetos habían perdido por completo su razón de ser y su historia, y ahora sólo eran peso. Finalmente cayeron al suelo, con la cesta dando vueltas arriba y abajo, pero todos ellos sobreviviendo. Pasaron el resto del día en estricta fila india, de excursión, cogiendo cada cien yardas los objetos que anteriormente habían ido tirando.

Sentía como si hubiese mucha sabiduría en esa historia. En aquel momento, en Let’s Yoghurt, simplemente pensaba: Me he quedado sin arena. Voy a estrellarme.

“Escucha,” le decía a la aventura, mientras enroscaba el tapón del vodka, disfrutando el rasposo sonido. “¿Tú y yo? Ha sido excitante. Me enseñaste cosas, sobre videojuegos y demás, y hasta me golpearon un poco. No creo que esto se ponga más excitante que lo que hemos vivido. Pero mi hombro me está matando después de que un tío me tirara contra la pared, tengo una galaxia entera de picaduras de mosquito, y me ha salido una infección en la oreja que me hace inclinarme hacia un lado y perder el equilibrio al andar.”

Metí una cucharada de yogurt con vodka en mi boca. ¡No estaba mal! Actualmente, sí que era bastante malo. Mierda, ¿qué me estaba pasando?

“Así que, creo que es mejor si nos separamos,” dije. “Me iré a casa, y tú puedes quedarte aquí esperando al próximo entusiasta de los videojuegos que aparezca. No puedo pasar una semana más en este país, sólo para saber que el Ciudadano Kane de los Videojuegos es el jodido Tetris. ¿De acuerdo? De acuerdo.”

Acabé el yogurt, me levanté, y cuando me disponía a marchar, reconocí a alguien. Era el hombre de la primera noche en Language City, con su enorme traje beige y el cinturón de cable. El hombre que me dio los cigarros HD y me envió a la aventura. Ese tío. Estaba esperando en la cola para comer yogurt. Ese jodido tío.

“¡Has vuelto!” exclamó.

“Sí,” dije. “Vencí a los Maestros.”

“¡Oh wow!” dijo el hombre, con una expresión temorosa. “¿Conocistes al primer Maestro en el templo Holy Money, y le devolvistes su alma?”

“Sí, había perdido su confianza,” dije. “Tuve una charla con él.”

“¿Conociste al segundo Maestro en Da Ja, y lo ayudaste a ascender al cielo que él mismo había escogido?”

¿Qué? Me pausé. “Yo, sí.” Dije, poniéndome un poco nervioso. “Quizás. Era un poco capullo, por cierto.”

“¿Conociste al tercer Maestro en Makka Minority Village, y le enseñastes que no podría cruzar el lago nunca?”

“Sí, lo que sea,” dije.

“¿Conociste al cuarto Maestro en la carretera, y le enseñaste a cambiar su energía violenta en arte?”

“Sí,” dije. “Eso es exactamente lo que pasó.” Hice lo posible para cambiar la arena que me quedaba, mi sal y pimienta, en algo más grande. “Escucha, hice todas tus pruebas. Quiero lo que es mío. Dame el Ciudadano Kane de los Videojuegos.”

Por primera vez me miró directamente a los ojos, que tenían la mirada de un reptil. ¿Era ciego? Se volvió y se marchó hacia el baño, y al darse cuenta que no lo seguía, volvió para darme la mano. Después de un momento de indecisión, lo seguí. Cuando entré, se aseguró que no había nadie allí dentro y delante de un cubículo cerrado, presionó sus manos, como si rezara. “Fuma,” dijo, indicando la puerta del cubículo con una mano, “y entra.”

Saqué el último cigarro HD del paquete. Era delgado como un dedo, y el papel era granate allí donde había salpicado la sangre. Delicadamente, lo cogí con las dos manos y lo alisé. Me pilló por sorpresa una pequeña llama delante de mí. El hombre del traje beige sostenía un mechero con un Mario impreso. Encendí el cigarro.

Por última vez, aspiré un gran soplo de humo. Me enderezó por dentro y por fuera, para luego doblarme como un dedo. Era demasiado pesado. Podía sentirlo- No podía levantarme. Nerviosamente, me limpié la boca de sangre con las dos manos. Era suficiente. Me sumergí en humo.

Llegué al otro lado de la puerta en un momento. Estaba en una sala con un trono, lo recuerdo perfectamente. Una preciosa, preciosa sala del trono, adornada con cerámica verde-mar. En el trono estaba sentado un asiático con un espléndido traje negro y una camisa blanca moteada. Su pelo era recortado y corto, sus ojos y nariz eran tan pequeños y duros como el mármol y tenía un signo de exclamación en su bolsillo cuadrado. Era un hombre anuncio, y me avergonzaba mirarlo. Pero la vergüenza es como el dinero- puedes quedarte sin, ¿y luego qué? Y luego nada. Por suerte, me había quedado sin vergüenza hace semanas.

“Señor,” dije, realizando una exagerada reverencia, para después volver a mi posición y apuntarle con el cigarro. “Deme el jodido videojuego.”

“¿Sin presentaciones primero?” dijo el hombre. Su voz no llegaba con palabras- veía sus labios moverse y escuché lo que decía, pero el sonido era prolongadamente sintético como, hm, las voces de los JRPG en la era PSX. Bvvvmb. Bvvvmb bvvvmb bvvvmb.

“Presentaciones,” dije. “Vale. Me llamo Quinns. Me gustan los videojuegos, excepto cuando los odio, lo cual es la mayor parte del tiempo. Soy conocido por llevar maquillaje. Mi efecto favorito de los pedales de guitarras es el fuzz. Desearía poder cabrearme más. También desearía saber cómo funciona la electricidad, intenté leer acerca de ella bastantes veces. He completado tus pruebas. Soy tu hombre. Dame el juego.”

El hombre se levantó y empezó a caminar hacia mí. Los tacones de sus botas no hacían click, si no beeps. Aquello no me perturbó. Estaba feliz de que fuera más pequeño que yo, al menos. “¿Por qué tan rápido?” zumbó.

“Bueno,” dije, “Sólo me queda un cigarro, y no me gustaría irme a casa con las manos vacías después de llegar tan lejos. Lo necesito tanto como un nuevo juego de Dynasty Warriors.”

El hombre sonrío, cogió un paquete sin abrir de cigarros HD de su bolsillo y me lo lanzó. Lo pillé por los pelos. La manera en que me lo tiró- era rara. Y el brazo saliente de su traje era demasiado definido. A medida que se acercaba, me di cuenta que estaba viendo las irregulares líneas de píxeles sin antialiasing.

“¿Podría saber quién eres?” pregunté.

“Soy un simple jugador,” tarareó. Se quitó su chaqueta ociosamente. “Esto es un poco menos climático de lo que me esperaba. Pero da igual. ¿Quieres saber cuál es el Ciudadano Kane de los Videojuegos?

“Sí,” dije. Hubo un momento de quietud. Me sentí como si algo se estuviera cargando. Mantuve mi aliento, pero no estoy seguro si hubiese respirado si lo hubiese querido.

“El Ciudadano Kane de los Videojuegos es… Tetris.”

“Tonterías,” dije, tan rápido que el murmullo de su voz seguía llenando la sala.

“Es cierto,” continuó. “Es cierto, y muy simple. Ningún juego ha igualado lo que Tetris consiguió. Accesibilidad y tensión, unidos como-“

Le corté, y la parte mecánica de mi ser, la parte que hace que cobre a final de mes, tomó el control de mi mente. “No, eso son tonterías. Deja de hablar, para siempre. Ciudadano Kane era un pretencioso proyecto en el cual Orson Welles patentó más técnicas de cine que el resto de películas del mismo género durante una década. Narrativas no lineales, métodos de actuación, iluminación, cámaras, incluso los efectos especiales eran nuevos y excitantes. Cuando estrenaron esa película, la gente salía arrastrándose del cine a gatas. Habían visto el futuro. Cuando la gente habla del Ciudadano Kane de los Videojuegos, eso es a lo que se refiere. Se preguntan, ¿dónde está nuestra bomba atómica?

“El Tetris no es una bomba atómica. Es un vodevil. Pones bloques en una línea, la música suena y el “drama” es básicamente esperar a que salga un bloque largo de una vez por todas. A menos que intentes perforar mi mente con un disparo láser en forma de argumento acerca de que el bloque largo es una metáfora de Rosebud, paso de escucharte. La duración de su éxito no significa que sea bueno. Si estuviera de buen humor, dejaría que dijeses que Tetris es el Ciudadano Kane de los juegos de puzles, pero no estoy de buen humor. Que te jodan a ti y a tu Tetris, y que le jodan al baile que hace el pequeño hombre ruso si lo haces realmente bien.”

De nuevo, el mundo paró. Cargando.

El hombre sonrió, y volvió a su trono. Abrí el segundo pack de cigarros y rápidamente encendí uno. “Muy bien,” dijo. “Tetris no es el Ciudadano Kane los Videojuegos. Esa era simplemente tu prueba final.”

“Oh Dios mío ¿en serio?” dije. Miré detrás de mí, para ver si los cuatro Maestros estaban allí, en caso de que tuviera que vencerlos de nuevo, uno después de otro.

“¿Estás preparado para saber cuál es el Ciudadano Kane de los Videojuegos?” preguntó.

“Sí,” dije. (No estaba preparado)

“No hay Ciudadano Kane de los Videojuegos.”

“Ton… Tonterías,” me aventuré.

“Me gustó tu discurso sobre Tetris,” dijo el hombre, “Pero ahora escúchame.” Cogí la botella de vodka de mi bolsillo y empecé a beber de ella.

“Quiero que seas mi mensajero. Diles a la prensa del Oeste que dejen de buscar al Ciudadano Kane de los Videojuegos, y que dejen de preguntar por él, porque no existe. Y te explicaré por qué.

“Ciudadano Kane fue creado en un período de tiempo donde el cine no estaba estancado, donde estaba ciertamente acomodado. En 1940 los directores no necesitaban romper ninguna regla para ganar un beneficio. Una gran razón por la cual Ciudadano Kane marcó un antes y un después en la historia fue porque era capaz de destacar sobre sus competidores. Orson Welles, dejando de lado lo creativo y ambicioso que era, nunca había hecho una película. Su mente no estaba manchada con “cómo deberían hacerse las cosas”. Más que eso, RKO Pictures le dio control total del proyecto. Todo ello vino en una época cuando muy poca gente se atrevía a ser diferente. Pero nos estamos yendo por las ramas.

“Los videojuegos no tienen aún ese contexto. Nunca hemos tenido un momento donde los diseñadores y los jugadores nos tomásemos un descanso, y ese es el momento perfecto para ser golpeados por un Ciudadano Kane. Desde su génesis en los 70 hasta hoy día, los videojuegos han tratado de ir más y más lejos. No solo recompensa la industria al que sea más bonito o al que use las plataformas actuales de la mejor manera, también recompensa a las nuevas ideas y a la innovación. Cada vez que un videojuego intenta hacer algo diferente, incluso si es pequeño. En un mercado como ese, donde se consiguen una docena de juegos verdaderamente espectaculares cada año, ¿cómo podemos siquiera tener una bomba atómica?

“Quizás no debas pensar que los videojuegos no tienen un Ciudadano Kane. Piensa como sí, en realidad, tuvieran docenas de ellos. Gauntlet, Head Over Heels, Civilization, Super Mario 3, Outrun, Wing Commander, Elite, Doom, Half-Life, Deus Ex, Planescape, Ocarina of Time, Super Metroid, Goldeneye, Halo, Civilization, Portal, Braid. Todos ellos aterrizando en sus respectivos géneros como pequeñas facturas, apartando preconcepciones. Quiero que vuelvas con los tuyos, les hagas entender lo que tienen, y dejen de escribir esos artículos sobre Ciudadanos Kane. Me sacan de mis casillas.”

Bien. ¿Qué diríais a todo eso? Tomé una larga calada de mi cigarro HD, y me encendí otro. Miré al hombre, con su pelo y su trono, y tapé mi boca, para después decir:

“Tonterías.”

“¿Perdón?” dijo.

“No me habrías traído aquí con esa carta, y enviado contra cuatro psicóticos entusiastas del videojuego para después soltarme esa sucia perla de sabiduría.”

“Lo hubiera hecho,” dijo. “Lo hice. No acepto a todo el mundo como enviado. Quería asegurarme de que tenías energía, conocimiento, y que habías estado en el mundillo desde hacía bastante. No fue en vano. Tengo a gente administrando mis necesidades.”

“¿Y porqué me escogiste a mí?” pregunté. “¿Creíste que tenía potencial?”

“No. Te escogimos porque Kieron Gillen nunca respondió a nuestra carta. Probablemente tenía mejores cosas que hacer. Y ahora, tú también las tendrás.”

Así que eso era. Me sentí como una cerveza con un alfiler clavado. ¿Cuánto de mi líquido había perdido ya? Sentía que me desmayaría pronto.

“Esta es otra prueba, ¿verdad?”, me oí decir.

“No, no lo es,” dijo el hombre. “Actualmente, sí, sí que lo es.”

“¡¿Qué?!” grité. “¡Déjate de pruebas! ¡Dame el juego! ¡Dámelo ahora!”

El hombre sonrió, dándome escalofríos con su gran boca amarilla. Sacó de detrás de su trono una caja negra y me la lanzó. La cogí con los brazos para casi dejarla caer después. Pesaba muchísimo.

Quité los seguros, la abrí y contemplé con asombro una consola antigua, o quizás un ordenador viejo. Era anterior a mi época y ahora era un objeto de vergüenza y reverencia, pero era algo triste de adorar. Un gordo, extraño teclado estaba contruido en una mitad de la caja, y en la otra mitad había un monitor bastante grande de un color tan gris como el agua sucia que sobra al lavar los platos. Era una especie de portátil.

Con cuidado, lo dejé en el suelo, y de pronto me sentí golpeado por el hedor que desprendía el suelo a productos de limpieza. Después de un momento atrapado de rodillas observando el monitor, encontré un pequeño botón de encendido y lo pulsé. La máquina tomó vida, y una alarma sonó detrás de la pantalla. Miré hacia el hombre en el trono con los ojos esperanzados de un niño.

“No te preocupes,” dijo. “Siempre hace eso.”

Tomé una calada de mi cigarro. Cuando el humo se disipó, una luz surgió lentamente en la pantalla, y dio paso a logos de compañías que no había visto en mi vida. Aquello era, pues. Posé mis manos sobre el teclado como cual pianista. La pantalla se paró durante 20 segundos, y la máquina empezó a trabajar.

Dios, esos logos se tomaron su tiempo. Usé mi lengua para mover el cigarro hacia el otro lado de la boca, donde no molestaba.

Finalmente, allí se encontraba el menú principal, acompañado de una lenta banda sonora renderizada en una serie de eructos submarinos producidos por el antiguo chipset de la máquina.

Aquí es cuando esto se empieza a poner vergonzoso, porque no me puedo acordar del nombre del título, así como tampoco de ningún nombre de las compañías que aparecieron ante mis ojos. Eran simplemente… Olvidadizos, de alguna forma. Si alguna vez nos conocemos, os silbaría de buen gusto la melodía principal. Podría hacer eso. Pero no podría deciros el nombre del juego.

Tecleé en el menú principal como pude, y seleccioné la opción “Empezar tu Saga”, y el juego se desvaneció para dar paso a una extraña pantalla de carga.

“Nadie conoce este juego,” explicó el hombre en el trono. “Es como el juego más raro de todos los tiempos. Sus diseñadores californianos tenían tanto miedo de que alguien robase alguna de sus ideas que lo desarrollaron en completo secreto. Fue entonces, cuando trágicamente, durante la fiesta que montaron cuando acabaron de desarrollar el juego, un incendio destruyó por completo el edificio. Al día siguiente un bombero encontró el único superviviente de la tragedia, un disco que pasó de padre a hijo, sin entender la importancia y significado del mismo. Eventualmente, y gracias a muchas sumas de dinero, pudo llegar a mi manos y convertirse en la joya de mi colección de juegos electrónicos. Desde ese día, lo he guardado celosamente, pero no puedo mantenerlo oculto mucho más tiempo. Es el mejor juego del mundo, y necesito compartirlo.

“Como puedes ver, el juego se centra en un astronauta sin nombre en un futuro lejano, realizando un viaje largo por el espacio exterior. De una forma u otra, la máquina que lo mantenía dormido produce extraños efectos en su psique. Inmediatamente es forzado a tener una serie de sueños lúcidos, que se basan en la obsesión del astronauta con la literatura clásica, y entonces el hombre toma el rol de varias figuras importantes de la época antigua. Se convierte en Ulises, Mr. Darcy, y hasta en la Reina Cleopatra, por nombrar algunos. Pero la historia cambia con la personalidad de tu personaje; su pasado, y su percepción del pasado. Es un precioso retrato dibujado con el amor y la velocidad que esperarías encontrar en la tortura china del agua.”

Silenciosamente, seguí jugando al juego.

“El mensaje del juego,” siguió, “es muy simple. El único elemento de nuestra existencia que podemos afirmar que existe con seguridad, es, claramente, nuestros propios pensamientos. Aparte de ellos, estamos solos en el mundo. Todos somos astronautas solitarios flotando en el vacío que pintamos con nuestras percepciones.”

“Creo que estás confundido,” dije, sin apartar mis ojos de la pantalla.

“Quizás,” dijo. “Supongo que también puede verse como el intento del arte interactivo conquistando la literatura clásica. Una especie de declaración de guerra.”

“No, osea, creo que estás confundido”, dije. “Este juego apesta. Parece que sabes un montón de él- el tío que diseñó la interface tenía realmente, ya sabes, ¿manos? ¿Acaso era humano? No me puedo creer que tenga estos controles- para moverte tienes que ir al menú, seleccionar el botón “Mover”, salir del menú, activar la casilla donde estás situado y después activar la casilla a la que quieres ir, ¿es eso lo mejor que pudieron hacer?”

Miré hacia el hombre en el trono. Su boca estaba abierta, como un buzón, y no producía ningún efecto, aun sabiendo que realmente estaba diciendo algo. Decía “…”

Me encogí de hombros y seguí. “El diseño de la interface es malísimo, no importa de qué año sea esto. Tiene a su disposición un teclado enorme. ¿Consideraron poner una hotkey o dos? ¿Consideraron la posibilidad de que un familiar muriese de viejo cada vez que nos veamos con la voluntad de movernos? Porque arreglar una de esas cosas lo habría hecho todo más llevadero.”

Llegué a otra pantalla de carga, así que quité mis manos del teclado y me senté.

“Y Jesús, esas pantallas de carga. Son horribles. Así es como debe ser tener narcolepsia. Excepto que cada vez al despertarte tienes una pesadilla diferente. ¡Y este audio! ¿Realmente había una época en los videojuegos que sonaban así? Es como tener una calculadora de bolsillo borracha en la oreja. Oh, tío, el tiempo no ha sido amable con este juego.”

“¡Eso es irrelevante!” gritó el hombre en el trono.

“No lo sé, tío. Creo que es bastante relevante. ¿Por qué Ulises camina como si llevara algo entre sus rodillas? ¿Por qué ese tío de ahí no me habla? Dios, no hay siquiera texto. No tengo ni idea de lo que debo hacer.”

“Escúchame, ESCÚCHAME,” sollozó el hombre. Miré hacia arriba. Los píxeles que rodeaban su silueta parecían moverse, como espinas punzantes. “Este es el MEJOR JUEGO DEL MUNDO.”

Y entonces lo entendí. Miré de nuevo el ordenador, el hombrecillo estaba ahí parado, en el centro de todo, con su nueva gravedad. Esperaba mis órdenes.

Lentamente, me levanté, luchando contra dolores de espalda y de cabeza. Apagué el ordenador y cerré la caja negra. Estaba caliente de haber usado su interior. Entonces me aproximé al pie del trono como un inmigrante, con un cigarro en la boca y una pequeña maleta negra en mi mano.

Miré hacia arriba, al hombre y a sus ropas que prometían inmortalidad, a su cara, a su horrible cara. Su expresión era semejante a una Luna, estéril y plana, en una noche tan negra como su traje. Me di cuenta que estaba mirando a un hombre que ya había acabado su viaje hace mucho tiempo.

“No,” le dije. “Este es para ti el mejor juego del mundo. Es tu Ciudadano Kane de los Videojuegos. Yo aún tengo que encontrar el mío.”

Y dejé la maleta en el suelo.

Cuando volví la vista al hombre en el trono, era tan difícil de mirar como un espejo roto. Los polígonos que era antes habían cambiado su forma a unos más repugnantes, estaba hecho de unas docenas de ellos. Su cuerpo era un muñón monstruoso, sus brazos eran armas punzantes, su torso era un horripilante bulto, y la textura que lo cubría solo dejaba ver sus ojos desnudos.

Se levantó de repente y empezó a flotar hacia mí, con sus piernas avanzando a destiempo de sus pasos. No me acuerdo de mucho más. Terror, y una caída. Siempre cayendo. Me hablaba mientras me atacaba, pero no podía entender más su voz. La peor parte fue que sus patadas también producían cortes. No podía con ello. Eventualmente, me desperté.

*  *  *

Y esa es mi historia. Bastante increíble, ¿eh? Bueno, así son las mejores historias.

El viaje a casa fue más fácil de lo que esperaba. Tengo el ligero recuerdo de meterme en una cabina de baño con otro hombre, rodeado de policías. Dejé que me pillaran, que me esposaran, e incluso creo que tuve el coraje de decirles cosas como “Sí, claro”, como si me estuvieran empaquetando para llevarme de vuelta a casa.

Cuando recuperé los sentidos, estaba tirado bocabajo en un coche de policía, murmurando “cabrones” cada vez que dábamos un golpe de velocidad. Cuando me reuní con la policía, llené los impresos y después de 48 horas de custodia me deportaron de nuevo a Inglaterra. Nunca supe por qué me arrestaron y tuve mucho cuidado de no preguntar.

El resto de cigarros HD, se los di a mis compañeros de celda de la estación de policía. Y ahora os diré, que si alguna vez os meten en una celda de mala muerte con seis tíos que han sido encarcelados por “Ser unos jodidos bastardos”, no les dices que no, que no pueden fumar porque tus cigarros están hechos para tener visiones y realizar misiones relacionadas con el mundo de los videojuegos. Les das todos los cigarros que pidan, y cuando empiecen a pensar que son sticks analógicos y a gritar que los muevas, les pones las manos en sus huesudos hombros y les das vueltas.

En el vuelo a casa hice una lista de los juegos que jugaría al llegar. Era una lista larga, como podéis imaginar. ¿Estaba cabreado por volver con las manos vacías? No, yo no. El propio cansancio era mi recompensa. Y además, aprendí el valor de dejar de jugar. Aunque sea por un tiempo.

De nuevo en Inglaterra, marché hacia casa bajo un color gris piedra, y un suelo mojado que reflejaba las nubes. Cogiendo las llaves de debajo de la estera, encontré mi piso como lo había dejado. Disperso, desordenado.

Dejé mi mochila, entré en la cocina y agarré lo que quedaba de un bote de expreso de la papelera. Después de tomar un café, volví a mi sala de estar y encendí mi PS3 y mi televisión. Así es como sobrevives en Inglaterra. Tus necesidades básicas son el calor, el sabor, el ruido y el color.

Cogí el mando con nostalgia. Y de nuevo, volví al trabajo.

4 comentarios:

  1. Anoche estuve leyendo las siete entradas, la verdad es que no lo conocía de nada y seguramente no lo hubiera leído nunca si tú no lo hubieras traducido, muchísimas gracias ^^

    Me ha gustado sin duda. En éste texto hay muchas verdades, tanto en la parte en que se ríe de sí mismo como redactor, al principio como especialmente en ésta parte final.

    “No,” le dije. “Este es para ti el mejor juego del mundo. Es tu Ciudadano Kane de los Videojuegos. Yo aún tengo que encontrar el mío.”

    Me han gustado mucho todas las referencias a videojuegos que hay (que al fin y al cabo es el tema del texto): los que he jugado, los que sólo conozco, y los que no me suenan de nada. Muy interesante, sin duda.

    Pues eso, desde que muchas gracias por tu traducción, menudo curro siendo tan enormemente largo. A ver qué nos descubres el mes que viene ^^

    P.D.: Estoy jugando el tercer episodio de "HOTEL - An interactive tale" desde el link que colocaste en la primera entrada. Es... extraño.

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    1. El mes que viene ya volverá todo a la normalidad, que hace mucho que no sale ninguna novela por aquí o juegos que no sean para RPG Maker...

      Cuando leí el relato me pareció muy interesante, y pese a que en algunas partes quizás no compartamos la opinión del protagonista o de los Maestros, en otras nos enseña cosas bastante curiosas y ciertas que al menos yo nunca me había parado a contemplar. Tengo otro texto por aquí perdido, pero mucho más formal y corto, y que algún día traduciré, pero será en otro evento que no llegará hasta dentro de mucho, mucho tiempo.

      Sobre HOTEL, justo ayer te dejé un recordatorio por Skype para que jugaras, porque supuse que te gustaría (o que al menos te dejaría con la misma cara de "qué demonios es esto" que me dejó a mí la primera vez que jugué) ¡Espero que lo disfrutes, y de nuevo gracias por leer el relato entero, que sé que es bastante letra para leerlo del tirón!

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  2. Al final me ha encantado el artículo, muchas gracias por compartirlo y realizar el trabajazo de la traducción, Angol.

    Me encanta el mensaje que pretende transmitir el autor, porque lo siento muy propio y me entristece muchas veces ver como la mayoría de jugadores no tienen este mismo concepto como algo tan básico y obvio. Pienso que la forma que le ha dado es perfecta para hacérselo llegar a esta gente, lo cual tiene gran mérito, por lo que se ha ganado toda mi admiración ^_^

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    1. Me alegro que te haya gustado, a ver si con el tiempo mejoro mis habilidades de traducción, que siguen habiendo frases que no acaban de convencerme... Y sobretodo muchas gracias por leerlo, que es un montón de texto. :D!

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