Acerca de

Mundo Angol fue creado en un lluvioso día de Marzo, a modo de vulgar pasatiempo para evadir los monótonos ratos propios de un aburrimiento casual, muy característico en aquellas personas con excesivo tiempo libre y muy poco afán en mantenerse ocupadas realizando algo productivo.                                                                                                               Ajeno a las futuras responsabilidades que este proyecto suponía, Angol, alguien más bien peculiar, se embarcó sin pensar, suponiendo que aquello que empezaba, acabaría como todas sus anteriores aspiraciones, en el fondo del más terrible olvido.                                                                                                                                                                                Sin llevar a cabo ningún tipo de plan de acción, empezó a construir ladrillo a ladrillo, bloque a bloque, con las herramientas que un usuario corriente tenía a su disposición, y aquello que comenzó sin saber cómo, acabó originando, para su sorpresa, en un trabajo medianamente decente, que poco a poco se fue ganando el corazón de su propio autor.


A medida que pasaron las semanas, e incluso los meses, y según el volumen de entradas iba aumentando, el pequeño blog empezó a tomar forma, convirtiéndose en el objetivo del constante amor que su autor necesitaba dar, y rápidamente, empezó a escalar puestos entre sus preferencias, acabando finalmente a día de hoy en una de las más importantes para él y para su vida.

En un principio, el egoísmo de su autor se veía fácilmente reflejado en su trabajo, pues creía que su proyecto no era más que un seguido de textos que él mismo disfrutaba y que jamás utilizaría para convertirse en aquello que más odiaba, alguien que utilizase su blog para conseguir dinero, amistad o fama. Por muchos meses el blog se mantuvo cerrado, al alcance de todos pero al mismo tiempo, encerrado en lo más profundo de su corazón, como mera justificación de que no escribía para nadie, salvo para él mismo, y que no necesitaba la fama y la gloria para mantener a flote su pequeño trabajo.

Pero un día, en una de sus constantes meditaciones cíclicas, se preguntó en completo silencio, si no debía compartir aquello que tanto amaba con la gente que utilizaba su preciado tiempo libre en leer algo que surgía de él mismo, y poco a poco, rompió las cadenas de aquello que una vez estuvo bajo el más completo secreto.

Al cabo del tiempo, pequeños usuarios se unieron a su tranquilo pasatiempo, y las efímeras palabras que alegremente escribían, no hacían más que aumentar el amor que sentía el autor con su trabajo, aumentando más y más las razones que tenía para seguir adelante, y así, finalizar algún día su aventura.