lunes, 28 de julio de 2014

We Love Katamari


Katamari es genial. Y lo digo ya, en la primera línea de la entrada. Hace mucho tiempo, cuando aún ni sabía de la existencia de un emulador para PS2, que ya tenía ganas de probarlo, porque era tan original y simpático que debía ser mío sea como sea. Gracias a los astros, y un poco a los desarrolladores del emulador de PS2, pude al fin cumplir mi sueño.

Y todo aquello que me esperaba, mágicamente se convirtió en realidad, y acabé tan enamorado de esta serie de juegos que ni el lag del emulador y los fallos gráficos pudieron evitar que siguiera adelante con él, y a su vez siguiera disfrutando de su alegría contagiosa y amor adorable.

Hoy os voy a hablar de la saga Katamari, y más concretamente, de las infinitas razones que existen en este universo para que todos y cada uno de vosotros lo juguéis algún día, y así disfrutéis de uno de los juegos más originales, simpáticos y divertidos de PlayStation 2.

La premisa del juego es muy simple, se trata de un "simulador de escarabajo pelotero". ¿Qué significa esto? Que nuestra tarea en el juego es indicarle a una criatura minúscula de cabeza alargada por dónde debe ir y por qué lugar arrastrar su herramienta básica, el Katamari, la esfera encargada de atraer todo tipo de materiales. A su paso, el pequeño Katamari irá acumulando cada vez más objetos, desde cosas diminutas como clips, papeles, o lápices, hasta objetos de gran tamaño, como árboles, personas, o incluso casas.

El principal enemigo del juego es el tiempo, pues no se trata de un sandbox abierto donde podamos arrollar a todo lo que se nos pase por delante, sin limitación alguna, no. El juego está dividido en una gran cantidad de niveles que nos retarán a conseguir un Katamari de determinadas proporciones en el menor tiempo posible, o conseguir el Katamari más grande en un tiempo ya estipulado.

Niveles con el mismo objetivo, pero con algunas diferencias entre ellos. Quizás en uno tenemos que recoger el máximo número de objetos, quizás en otro añaden una prohibición de no tocar ciertos tipos de objetos, o puede que nuestro objetivo sea un tamaño muchísimo mayor de lo que estamos acostumbrados. Y siempre cambiando de escenario, consiguiendo que muy pocas veces tengamos la sensación de estar jugando a un mismo nivel.

Por desgracia, la jugabilidad de Katamari es simple, y pese a que sea muy, muy original, el sistema de juego nunca pasa más allá. Siempre es la misma idea en diferentes situaciones, que puede que a más de uno le acabe cansando un poco. Todos los niveles son distintos, pero también es cierto que todos ellos se pueden resumir de una forma exageradamente reducida. Buscar, arrollar, y crecer.


La historia no tiene ni pies ni cabeza. Y lo digo así, sin más, porque aunque siga una línea argumental "más o menos" definida, es tan simple que se podría resumir en un par de frases. Nuestro protagonista, El Príncipe, sigue las órdenes del Rey del Cosmos, una figura gigantesca (incluso planetaria) que se propone hacer realidad los deseos de los humanos, sus fans, y por ello envía a su hijo para llevar a cabo dicha misión, siempre con ayuda de los Katamaris, las esferas encargadas de atraerlo todo. Algo muy simple y loco que queda muy bien con el estilo de juego del título.

Su carácter locuresco se puede ver en todos los rincones del juego, incluso en las cinemáticas. Y si no me creéis, echadle un ojo a la intro del primer juego o la del segundo. ¿Convencidos ya?

Dentro del juego también se aprecian pequeños flashblacks y cortos animados donde se desvela poco a poco ciertos aspectos del Universo Katamari, pero como siempre, muy breves y que sólo sirven para dos cosas. La primera, darle un poco de lógica a lo más importante del juego, su jugabilidad, y la segunda, sacarnos una sonrisa, el verdadero propósito de la saga.


Y mágicamente, lo consigue de una forma extraordinaria. Cada vez que me ponía a jugar, no podía evitar sonreír y sentir una extraña felicidad en mi interior, en parte por los diseños monísimos de niveles, objetos, personajes y sinsentidos generales del juego y en especial, por su encantadora banda sonora, rebosante de felicidad, alegría, locura y mucho, mucho amor.

Escuchar la música de Katamari siempre es un verdadero placer, sobre todo en momentos de tristeza, pena o aburrimiento, pues es una medicina altamente efectiva contra el mal humor. Tanto dentro como fuera del juego. No hay mejor sensación en el mundo que venir un día de estudiar o trabajar, cansado, harto de todo, jugar una partida a We Love Katamari o cualquier otro, y escuchar Everlasting Love, Houston, Baby Universe, Que Sera Sera, Angel Rain, Katamari on the Swing...

¡Hay tantas! Todas y cada una irradian una energía positiva especial para mí, me enamoré de toda su banda sonora nada más empezar a jugar, y en especial de Cherry Blossom Color Season. No me digáis que no dan ganas de salir a calle a abrazar animalitos, peluches, y llorar de felicidad en un mundo multicolor. Preciosa. Me encanta.


Katamari Damacy y We Love Katamari son los dos juegos originales, ambos para PS2, y resultan tan parecidos entre ellos que salvo la música y algunos niveles especiales, pocas diferencias se pueden encontrar. Al fin y al cabo es la misma jugabilidad, y la idea es siempre la misma, pero está tan bien llevada que no importa en absoluto.

Tampoco son muy largos, y en unas 10 - 15 horas es posible acabar cada juego. No tiene mucho más, salvo coleccionables, porcentajes de recogida de objetos, tiempos récord, puntuaciones... Lo típico. Y un sistema para dos jugadores que personalmente no he probado pero al que me encantaría jugar algún día.

Aunque sólo haya jugado a Katamari Damacy y We Love Katamari, no hacen falta trescientas horas para enamorarse de algo así. Muchas veces leo que el de PS3 y PSP no son tan buenos como los originales, pero a mí me da igual. Me muero de ganas por probarlos algún dia y volver a ser tan feliz como la primera vez que jugué a los dos primeros. Sentir esa alegría, ese amor irracional hacia el mundo entero, y verme a mí mismo jugando una y otra vez los mismos escenarios, no por el placer de acabar el juego o completar misiones, sino por el simple hecho de sonreír y ser feliz. Una experiencia inolvidable.


4 comentarios:

  1. ¡LA OSTIA CON EL LUCHADOR DE SUMO!

    Katamari es de esos juegos que siempre tengo pensado jugar desde conocer de el, esa estética simplona pero con un diseño brutal perfecto para el surrealismo, da igual si es simple, seguro que me lo pasaré en grande con el XD; en estos momentos me encuentro más enfocado en juegos retro como lo es la SNES, la portatil GBA y PSP, ademas de la Xbox 360 y Wii, así que pasará un tiempo para voltear a ver lo que PS2 nos ofrece...por cierto ¿Se puede saber el nombre del emulador?

    Saludos

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    1. ¡Es que es todo tan mono! Y tan surrealista, sí, quizás es de las cosas que más me gustan del juego, dejando de lado su capacidad innata para hacer feliz a la gente. No te preocupes, hay mil Katamaris, y aunque ya he comentado que hay gente que opina que las nuevas versiones no son tan buenas, yo creo que al fin y al cabo, el primer Katamari al que juegas es el que te llega al corazón, por lo que si juegas a alguno que no sea para PS2, también es posible que te diviertas mucho mucho.

      De todas formas, el emulador es PCSX2, por si te atreves a probar suerte con Katamari Damacy y We Love Katamari. En sus nuevas versiones ya se debería poder jugar bien, pero personalmente no las he probado aún, extraño porque siempre suelo rejugar algún Katamari una vez al año, pero bueno. Hace un par de años sí que casi ni se podía jugar, de las ralentizaciones que tenía el emulador, pero ahora me imagino que no debe haber ningún problema.

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  2. Respuestas
    1. ¡¡Maldito!! Encima que juego a Tales of Symphonia y Radiant Historia contigo... :(

      Ya te avisaré cuando en Katamari salgan gatitos de protagonistas, seguro que así decides jugarlo, malvado.

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