miércoles, 22 de enero de 2014

Las noches de Punchline: Rule of Rose


Hubo un tiempo en que intenté jugar Rule of Rose. Buscando una mezcla de terror y bizarrismo, lo encontré mencionado en un apartado rincón de Internet, como un juego parcialmente oculto y olvidado por el tiempo y sus no demasiado buenas críticas, alzándolo como uno de esos juegos de nicho, tan querido por sus respectivos fans como ignorado por el resto de jugadores.

Hubo un tiempo en que intenté acabar Rule of Rose. Ajeno a una gran cantidad de advertencias sobre su dificultosa jugabilidad y sistema de juego, me animé a probarlo, esperando algún tipo de exageración en tan alarmantes quejas. Para mi pesar, no fue así, y todos aquellos rumores estaban bien fundamentados. Incapaz de seguir con un juego que podía llegar a no aportarme lo que esperaba, a un precio tan alto, lo abandoné.

Hubo un tiempo en que olvidé Rule of Rose. Creyendo que sería un juego al estilo de Clock Tower 3, lo dejé de lado muchísimo tiempo, puede que más de un año, en lo más profundo de mi disco duro, como recordatorio de lo que una vez intenté y no pude acabar, con esperanzas de volverlo a intentar en un futuro no muy lejano.

Y no volví a jugar hasta acabar Chulip, y enterarme tiempo después de que era de los mismos autores que Rule of Rose. Ante esto, una curiosidad muy grande surgió en mi interior. Punchline fue fundada por Yoshiro Kimura, miembro de la ya defunta Love-De-Lic (Moon, UFO, Lack Of Love), y precisamente en Chulip, ese toque se nota muchísimo, muy parecido al estilo de los juegos mencionados en el paréntesis.

Pero Rule of Rose es algo distinto. Su estilo es muy realista (excesivamente realista), algo que no ocurría para nada en Chulip, donde casi todos los personajes estaban diseñados como caricaturas, y su ambientación es digna de los juegos de terror más clásicos.

Por ello, ¿qué les hizo cambiar tan exageradamente de género? Mientras Chulip parecía hecho con el amor más sincero del mundo, Rule of Rose inspiraba miedo, terror y... Odio, mucho odio. (Ya os lo explicaré) La curiosidad pudo conmigo y hace apenas un mes, decidí acabarlo de una vez por todas. Una aventura que... Da mucho de qué hablar.

viernes, 10 de enero de 2014

Las tardes de Punchline: Chulip


Siempre he querido hablar en este blog de Chulip. Primero, porque es uno de esos juegos tan extraños que me gustan tanto, con una premisa curiosísima que estoy seguro que a más de uno le caerá en gracia, y segundo, por su increíble capacidad para reunir la misma cantidad de rareza y hermosura, resultando en un juego muy equilibrado, y satisfaciendo tanto a aquellos que buscan un juego fuera de lo común, como a aquellos que buscan un juego precioso sobre un tema tan corriente como puede ser la amistad, el amor y los problemas de la vida cotidiana.

Todo empezó un día como cualquier otro, de la mano de Rokuso3, que empezó a jugarlo hace puede que más de un año. Después de enterarme de la idea principal del juego, entró inmediatamente en mi lista de juegos pendientes, y hace tan solo seis meses, pude darlo por acabado. Llegó a gustarme tanto que consiguió con mucha facilidad asegurarse un pequeño rinconcito en mi corazón. Por ello, un saludo muy fuerte a Rokuso3 por recomendármelo. Si os quedáis con ganas de más, echadle un ojo a su propia entrada de Chulip, que está muy muy bien.

¿Y cuál es ese increíble argumento que hizo que, con simplemente mencionarlo, el juego pasara sin dudar un ápice a mi lista de juegos pendientes? Muy simple. Veréis, el juego va de besar. Así, sin más. Obviamente todo ese proceso pasa por determinadas fases con su respectivo gameplay, pero resumiendo todas las palabras en una, esa seguramente sea la que mejor definiría este juego.